Que el Brexit ya está afectando a los movimientos migratorios hacia Reino Unido es un hecho. Así lo demuestran las cifras obtenidas durante el último trimestre de 2016, donde la diferencia de volumen entre entradas y salidas a Reino Unido se redujo en un 18 %. En cifras hablamos de un umbral por debajo del listón histórico de los 300.000. Cifras que no se observaban desde hace más de una década.
En total, el número de inmigrantes netos se ha visto reducido en 49.000, lo que ha posicionado a la conocida como red de migración en 273.000 inmigrantes durante los tres meses posteriores a que el referéndum fuese aprobado. Un cifra ya por debajo de los 300.000, pero que todavía dista mucho de los 100.000 a los que aspira Theresa May, la primera ministra de Reino Unido. Theresa May ha convertido la reducción de la inmigración en Reino Unido en una auténtica vendetta personal en sus negociaciones con Bruselas para la salida de las islas británicas de Europa. Situación provocada por un alza de la emigración.
Uno de los datos que más llaman la atención en estas nuevas cifras es la caída de inmigrantes de Polonia, frente a la subida repentina de la inmigración que viene directamente de Rumanía y Bulgaria. Estos movimientos han producido un total de 74.000 inmigrantes de los países de Europa del Este durante 2016. Lo que ha supuesto 16.000 inmigrantes más que los registrados durante el año anterior.
Además, estos datos, ofrecidos por la Oficina Nacional de Estadísticas reflejan otros nada alentadores para aquellos residentes en Reino Unido desde hace muchos años. Por ejemplo, según indican las cifras, un total de 201.000 europeos ha tramitado su permiso de “residencia” en Reino Unido. Cifras que se han duplicado en comparación con las de 2015. Sin embargo, de todas estas solicitudes, 59.000 no han sido validadas por diferentes motivos:
- 000 porque han sido rechazadas.
- 000 porque se han considerado inválidas.
Estos datos han llevado a la asociación The Three Million, que se encarga de representar a los inmigrantes europeos, a denunciar las dificultades burocráticas con las que se encuentran acutalente los inmigrantes para poder tramitar sus permisos de residencia. Un permiso que consta de un formulario compuesto, nada más y nada menos, que por 85 páginas. Aunque en teoría cualquier ciudadano no británico que resida en las islas desde hace más de cinco años puede tramitar la residencia, cada vez es más frecuente que se enfrenten a la respuesta del Ministerio del Interior “vaya haciendo planes para dejar Reino Unido”.
Mientras esta situación deja en el limbo a más de tres millones de europeos cuya vida ha trascurrido casi íntegramente en Reino Unido (muchos de ellos casados con un inglés, con hijos, y con una permanencia superior a los 28 años en las islas británicas) en la cámara de los Lores se está presentando una alianza entre los partidos de la oposición. Dicha alianza intenta por todos los medios conseguir aprobar una enmienda por la cual se obligue a la primera ministra, Theresa May a reconocer los derechos de los inmigrantes de la UE en el Reino Unido de manera unilateral. Por su parte, Theresa May se niega por completo en la actualidad a llevar a cabo tal petición y utiliza a los inmigrantes como un método de negociar con Bruselas. Una jugada maestra con la que espera que los más de 600.000 británicos que permanecen en suelo europeo, principalmente en Francia y España, obtengan el mismo reconocimiento por parte de estos países.