Desde que el pasado 23 de junio los británicos, con un total de votos que alcanzó el 51 %, aprobaran la salida de Reino Unido de la Unión Europea, debido a la imposibilidad de llegar a acuerdos con la misma relativos a temas de inmigración, divisas y seguridad, las consecuencias a nivel fiscal parece que ya se dejan notar.

Aunque a día de hoy todavía se desconocen las consecuencias exactas que tendrá el Brexit en lo relativo al libre comercio, a las relaciones con España o a las posibles inversiones en Reino Unido, estas son algunas de las consecuencias que ya ha supuesto la aprobación de este referéndum.

Creación de un grupo negociador

Lo normal es que durante los primeros meses Reino Unido cree un grupo especializado encargado de negociar su salida de la Unión Europea. Por desgracia, a día de hoy Reino Unido está demostrando no saber cómo afrontar el referéndum que se aprobó el pasado 23 de junio. Y así lo está demostrado su primera Ministra que se niega a establecer una fecha concreta en la que presentará su posición frente a la Unión Europea ni cómo será el proceso de desconexión. Una estrategia evidente si pensamos que, una vez presente esta información, los dos años de los que disponen para hacer efectiva la salida de la Unión Europea comenzarán a correr.

E igual parece sucederle a la Unión Europea, donde todavía no se han resuelto las incógnitas de cómo se mantendrán los actuales acuerdos y vínculos con Reino Unido relativos al comercio, al acceso a un mercado único o al tema de la inmigración.

Implicaciones fiscales y económicas del Brexit

A un corto plazo, la salida del Reino Unido de la Unión Europea no tendrá un impacto fiscal muy amplio, puesto que la salida no se provocará de manera inmediata. Hay que pensar que, para comenzar a fijar los términos de esta salida, pueden pasar fácilmente hasta 2 años de tránsito. Esto no implica que a largo plazo, una vez que la salida sea efectiva, la salida de Reino Unido modifique de manera agresiva la situación fiscal.

Por ejemplo, respecto a los impuestos indirectos, como son el IVA o los aranceles, Reino Unido se verá obligado a crear su propio sistema de aduanas y modificar la legislación que actualmente ostenta para regular el IVA. No obstante, puesto que las restricciones de la Unión Europea a este respecto son prácticamente nulas, lo más probable es que Reino Unido no incluya cambios muy significativos.

No obstante, la salida de Reino Unido del Europa parece advertir de un futuro proteccionismo económico, del rechazo a la globalización y a la inmigración, lo que puede suponer graves problemas para España y para Reino Unido (con la aprobación del Brexit Reino Unido se enfrenta a una posible recesión económica). Entre los problemas más graves que pueden surgir destacan los siguientes:

  • Caída brusca de las exportaciones españolas a Reino Unido. Si no se negocia un nuevo acuerdo comercial entre ambas potencias, las exportaciones del sector automovilístico, aéreo, alimentario y farmacéutico serían sin duda las que más se verían afectadas.
  • Caída de la inversión española en Reino Unido, lo que afectaría a las empresas españolas ya instaladas allí. Es posible que esto suceda debido a la caída de la confianza por parte de nuestro país en las instituciones británicas.
  • Incremento de los problemas del sector financiero con grandes activos en Reino Unido. No hay que olvidar que algunas entidades financieras de origen español, como Banco Santander o el Sabadell, tienen activos y beneficios consolidados en UK a día de hoy.

La conclusión es clara: el Brexit puede provocar un impacto verdaderamente grave en la economía española, sobre todo en los marcos relativos al empleo, las inversiones y la movilidad.