A todos nos sonarán algunos modelos muy conocidos con los cuales se valoran las empresas. Por ejemplo el ebitda, una cuenta de resultados, el flujo de caja… Estos modelos permiten presentar a los potenciales inversores métricas con las que valorar su potencial inversión: los costes, las ventas acumuladas, el número de clientes… El principal problema de este tipo de modelos, es que están enfocados a empresas con una trayectoria dilatada. Pero, ¿qué pasa cuando estamos empezando? ¿Cómo podemos valorar cuánto dinero necesita nuestra empresa? ¿Qué sucede en aquellos casos donde hemos de presentarnos ante nuestros posibles inversores con un modelo que actualmente no tiene ninguna venta o clientes fijos?

Pues bien, Javier García, fundador del Instituto CIES, además de CEO de la incubadora de proyectos Atlantis Seed Capital, considera que antes de solicitar inversión para nuestros nuevos proyectos hemos de tener muy claro el cuándo y el cuánto.

Hablemos de cómo calcular el cuánto…

A los potenciales inversores no les sirve una presentación en power point ni medidas de proyectos en parámetros de mercado para invertir su dinero. Este experto recomienda que comiences a buscar inversores cuando ya cuentes con un producto mínimamente viable que poder enseñar. Piensa que para un inversor la estrategia que funciona es de abajo-arriba y no a la inversa. Es más sencillo aproximarte a ellos indicando el capital que ya has implicado, el número de personas que están trabajando en el proyecto y el estado actual del mismo. Una valoración de lo que haces, de cuánto cuesta cada usuario o cliente, etcétera, es también muy importante.

Pero… ¿y el cuándo?

Una forma de calcular el momento adecuado para buscar inversores, ha de estar marcado por el tipo de proyección que hagamos. Antonio Manzanera, socio de Savior Venture Capital y autor del libro Finanzas para emprendedores, comenta que si realizas una proyección mensual a 12 0 24 meses, el momento de buscar inversores estará marcado por el mes en el que entrarás en número rojos según tus previsiones.

De acuerdo, ¿y cómo logramos la financiación?

Según los expertos saber cómo financiar es la decisión más complicada que se ha de tener en cuenta dentro de las tres variantes (cuánto, cuándo y cómo). Hay que pensar que según la fase en la que se encuentre nuestro negocio, será más conveniente un tipo de  inversor que otro. No es lo mismo solicitar financiación para una empresa que está en fase de desarrollo que para otra que ya funciona, tiene un crecimiento muy elevado, pero se encuentra ante un desfase de capital porque los clientes le pagan a 90 días y los proveedores le cobran al contado.

Según Carlos Conti, director de Inveready Technology Investiment Group, uno de los grupos más influyentes de España dedicados a la inversión de capital en empresas tecnológicas, las fases principales serían 3:

  1. Cuando solamente cuentas con una idea
  2. Cuando ya has realizado tu primera venta
  3. Cuando ya facturas de forma continuada y relevante

El buscar inversor en una u otra fase afectará y mucho con cuánto dinero hemos de pedir. No hay que olvidar que el dinero solicitado tendrá consecuencias sobre nuestra empresa. Por ejemplo, Conti explica que si pides una cantidad muy elevada en una fase inicial, de hecho una cantidad que supere el valor actual de tu empresa, esto te supondrá perder prácticamente el porcentaje de más que solicitas. Imagina que pides un 1 de euros y el valor de tu empresa es de 500.000. En ese caso, terminarás por perder el 66 % de tu empresa lo que te convertirá con el paso de los años en un empleado de tu propia idea y no en un emprendedor y empresario.

Piensa que hay una relación directa entre el dienro que pides y el que vas a perder. Por tanto, cuanto más dinero pidas, más te diluirás dentro de tu propia empresa. Es por este motivo que Conti advierte de la necesidad de solicitar dinero en una fase más adelantada para que el valor de tu proyecto vaya creciendo. De este modo podrás exigir más dinero por la inversión sin perder tanto de tu proyecto, es decir, sin diluirte en exceso. Por ejemplo, si tu empresa tiene un valor actual de 2 millones de euros y solicitas 1, sólo te diluirás en un 33 %.