España se encuentra sumida desde hace ya unos cuantos meses en una terrible sequía. Esta sequía no solo afecta a los pantanos y a la necesidad de establecer un consumo más conservador del agua, sino también al incremento del precio de la electricidad.

Puede que muchas personas no lo sepan pero la electricidad se encarece considerablemente cuando no llueve. Esto es debido a que la energía más económica para obtener electricidad es la hidroeléctrica. En el momento en el que hace acto de presencia la sequía los pantanos se vacían y se han de buscar otras alternativas que resultan menos atractivas para producir electricidad. Estas suelen ser el gas y el carbón. En este momento el nivel de sequía al que nos enfrentamos ha hecho que la producción hidroeléctrica caiga en un 51 % mientras que ha elevado en un 58 % la producción de las centrales de carbón.

La sequía y la factura eléctrica

Una vez los pantanos se vacían la factura de la luz aumenta en consecuencia. En este momento la elevada sequía está dejando los embales españoles prácticamente sin reservas. Y, como sigue sin llover, el nivel del agua no para de descender.

Según el informe realizado por el Ministerio de Agricultura, a principios del mes de octubre la reserva hidráulica en España ya se ubicaba al 41 % de su capacidad. Si convertimos este porcentaje en cifra hablamos de un total de 23.000 hectómetros cúbicos repartidos por todos los embales españoles.

Si nos fijamos en las reservas de aquellos embales que son utilizados para la producción de electricidad la situación es todavía mucho más dramática. A finales de agosto las reservas hidroeléctricas ya estaban por debajo de un tercio de su capacidad. En total había almacenados menos de 6.000 GWh.

La era del carbón y del gas

Debido a esta situación las compañías eléctricas se encuentran en una posición complicada. Han de buscar fuentes alternativas con las que generar electricidad. No en vano la producción hidroeléctrica ha caído en casi un 51 % en lo que va de año. Esta caída, además, ha coincidido con un parón en otra de las energías renovables: la energía eólica. Para el mes de agosto había sufrido una caída del 11 %.

Esto ha llevado a las compañías eléctricas a sustituir estas fuentes de energía por otras más caras, no renovables y más contaminantes debido al mayor número de emisiones. Se trata del gas y del carbón. Al no haber viento ni agua que generen electricidad han tenido que recurrir a estas otras fuentes de energía.

Y la lectura no se ha hecho esperar. Durante los primeros ochos meses de 2017 la producción eléctrica por medio de centrales de carbón ha aumentado en casi un 58 %. La producción de aquellas centrales que combinan tanto gas natural como carbón ha aumentado en lo que va de año en un 43 %.

La consecuencia: el precio de la luz se dispara

Ante la reducción de producción de energía hidroeléctrica la factura de la luz se ha vuelto a disparar. No solo la electricidad que se vende dentro del mercado mayorista es más cara, sino que las empresas que cubren el sector de la energía eléctrica se ven obligadas a buscar otras fuentes de energía para poder cubrir la demanda. Unas fuentes con mayor número de emisiones y mucho más caras.